La Muerte de Marat de Jacques-Louis David es una pintura perteneciente al neoclasicismo, y representa el asesinato de Jean-Paul Marat a manos de la joven Charlotte Corday. Este evento histórico es representativo de la Revolución Francesa y más allá de su contexto histórico tiene una connotación muy emotiva, ya que Marat era amigo personal del pintor.
Contexto histórico
Jean-Paul Marat, fue un periodista y político francés. Tras el triunfo de la Revolución Francesa, se convirtió en alguien que no paraba de denunciar a los supuestos traidores a la causa, incluyendo a otros revolucionarios. Es así como Charlotte Corday, quien pertenecía a una facción más moderada, decide asesinarlo, y con la excusa de suministrarle una lista de traidores, logra acceder al lugar donde él se ocultaba. Al ser apresada por el crimen que había cometido, ella se defendió diciendo “He matado a un hombre para salvar a cien mil”.
Análisis de la obra
La escena que nos narra Jacques-Louis David, representa el momento donde Marat yace asesinado en su bañera. En una de sus manos vemos una hoja de papel, que, según la historia, contenía una lista de traidores suministrada por quien sería su asesina, Charlotte Corday. En la otra, sostiene la pluma con la que estaba a punto de firmar la sentencia de ejecución de los traidores.
La composición es teatral, la luz dramática. El fondo se anula ante la figura protagónica de Marat, pintada con el virtuosismo característico de la época neoclásica. Jacques-Louis David logra revestir de heroísmo una escena que, dado el lugar en que transcurre, podría transmitir emociones menos conmovedoras. Incluso representa a Marat sin la afección de la piel que padecía (y que era la causa de que tomara duchas terapéuticas, con un turbante empapado en vinagre). Marat ahora es un mártir, la forma en que su cuerpo se abandona a la realidad inminente de la muerte, hace que algunos evoquen La Pietá de Miguel Ángel o el Santo Entierro, de Caravaggio, obras que fueron sin duda, fuentes de inspiración (consciente o no) para el artista.
Jacques-Louis David convirtió a la víctima de un asesinato político en un mártir de la Ilustración. Algunos consideran que esta obra es la primera pintura modernista y más allá de la idealización con que David representó la escena, es uno de los testimonios visuales más importantes de la Revolución Francesa.