Cuando nació la fotografía, a finales del siglo XIX muchos creían que pondría en peligro a la pintura. Pero el arte tiene la capacidad de reinventarse y esa no fue la excepción. Así pues, la fotografía terminó convirtiéndose en una influencia para los pintores, quienes tomaron lo mejor de aquel nuevo invento para experimentar en sus obras.
¿Cómo influyó la fotografía en el impresionismo?
En primer lugar, la fotografía hizo que los artistas comenzaran a buscar estilos que definieran su obra en vez de copiar el mundo tal y como se veía ¿Para qué hacerlo si ya había un dispositivo que podía documentar la realidad? En vez de replicar la realidad, los artistas comenzaron a interpretarla.
La fotografía llevó a los artistas a reflexionar con respecto a la luz, a pintar rápido, a realizar series y a tratar de captar lo instantáneo. Tenemos el ejemplo de Claude Monet, con su serie de las vistas de Catedral de Rouen: 31 lienzos que muestran los cambios de luz y de atmósfera en dicha catedral.
En aquellos años la fotografía solo se podía reproducir en blanco y negro, así que el color pasó a ser el factor de diferencia para los artistas. Si bien la fotografía lograba documentar el momento, los pintores seguían teniendo el control sobre el color y lo convirtieron en su principal fortaleza. No es de extrañar que los impresionistas se hayan visto tan atraídos por el estudio del color, tanto así que muchos de ellos terminaron prescindiendo del color negro y de los ocres y se inclinaron por una paleta con más colorido: ese colorido que en aquel momento la fotografía no podía imitar.
La fotografía también influyó en la forma en que los artistas construían la composición. Podemos citar específicamente a Edgar Degas, cuyas obras presentan un encuadre casi fotográfico, como si la escena hubiese sido captada de improviso, llegando al punto de que algunos cuerpos en los extremos de la obra aparecen cortados. Esta visión que es común cuando captamos una escena con nuestras cámaras, fue utilizada por Degas en varias de sus obras.
Estos son sólo algunos ejemplos de cómo la fotografía en vez de anular la pintura terminó por enriquecerla y hacerla evolucionar: impulsó los estudios de color y de luz del impresionismo, cambió la forma de percibir la realidad y obligó a los artistas a salir de la tradición académica dando paso a las primeras vanguardias.